jueves, 1 de septiembre de 2016

CANCIÓN TRISTE DE GIL STREET



Los más viejos del lugar recordarán aquella serie llamada en España “Canción triste de Hill Street” que durante varias temporadas (creo que del 81 al 87) hicieron las delicias de los que ahora nos manejamos entre los 50 y 60. Incluso los cuarentones también recordarán al Capitán Furillo, la letrada Davemport, a Renko, LaRue o Belker, entre muchos otros emblemáticos personajes, sacando adelante con más pena que gloria pero con un indudable mérito, el agitado y efervescente día a día de la Comisaría de la Calle Hill.



Era una serie brutal, de las de antes, con unas interpretaciones magistrales y, por supuesto, con una consistente carga dramática. De ahí lo de “canción triste” (a modo de descarnado blues). Sin lugar a dudas de ms favoritas entre las series ochenteras. Ahí les dejo la intro, para que se regodeen en el recuerdo los que puedan y al menos sepan de qué va los que no la conozcan.



El Atleti, como pasaba en esa comisaría, siempre se ve abocado al drama aun a pesar de estar atravesando una de las etapas más fructíferas deportivamente hablando. Ya no es perder dos finales de Champions en tres años contra el eterno rival, ya no es la tremenda forma en que se perdieron, tan injusta, tan cruel. Eso es casi anecdótico comparado con el hecho de que el Atleti vive permanentemente y desde hace ya casi treinta años una “canción triste de Gil Street”, si me permiten el paralelismo. Primero con el padre y ahora con el hijo, con Cerezo desde el principio de los tiempos como cooperador necesario, como cómplice con mayor papel del que nos imaginamos, al menos en lo que a las relaciones institucionales se refiere. Ahí se mueve como pez en el agua, maneja el timón dándole mil vueltas a Jack Sparrow.

Cuando nos eliminó el Albacete en Copa en el albor de las Navidades de 2011, negros nubarrones con recuerdos de épocas no muy lejanas se cernían sobre la parroquia colchonera. Pero el nuevo año y en gran parte el azar, nos trajo a un hombre que volvía a su casa empeñado en devolvernos todo el amor que la afición le profesaba.  Un tipo que se empecinó en rescatar de un polvoriento rincón perdido en cualquier almoneda del Madrid castizo o, quién sabe si de algún anticuario de la calle Barquillo, lo que un día se denominó el Glorioso Atlético de Madrid. Él lo había vivido en 1996, pero solo fue a modo de nadar para morir en la orilla tres años después. Ahora se trataba de mantener la Gloria intacta por unos cuantos años. De sacarnos de la mediocridad y el hastío quizás para siempre, devolviéndonos al lugar que históricamente nos correspondía.

Justo cuando una prestigiosa revista inglesa independiente llamada “Four Four Two”, designa a nuestro héroe, Simeone, como mejor entrenador del mundo y le denomina el Steve Jobs del fútbol, era cuando todos pensábamos que Gil Marín iba hacer honor a tan justo nombramiento, que ya le había sido birlado por los medios y las instituciones en pasadas temporadas.






Es más, las arcas del Club rebosaban de euros derivados del formidable incremento de ingresos deportivos y televisivos y teníamos un segundo accionista que era el chino más rico del planeta. La cosa apuntaba a que las aspiraciones del Cholo de hacer una plantilla para pelear por todo en las mejores condiciones de competitividad e intentar mantener al Club en el cuarto puesto del ránking europeo, se iba a hacer por fin realidad. Sin embargo cualquier apuesta de crecimiento y consolidación deportiva en la élite se choca con el cerebro frío y calculador de Gil Marín, que además tiene la nefasta y dudosa aptitud de envilecer todo lo que toca.

Simeone pide el regreso de Diego Costa y el fichaje de Gaitán como prioridades y el argentino pronto aterriza en nuestras filas. La mayoría de la afición se relamía –también tiene sus detractores, no lo vamos a negar- con la vuelta del de Lagarto. Además pedía un lateral derecho y un interior con toque y pegada. Llega Sime. Y se para todo. Carnaza para unos medios faltos de credibilidad que de 65 nombres manejados han acertado en tres, según el estudio realizado por el avispado y concienzudo tuitero y bloguero Jorge García :


Pero los días pasaban y el ansiado Costa no llegaba. Tampoco merece la pena recordar todo el proceso, muy doloroso para el Cholo y para los que entendemos que solo Costa es el 9 perfecto para este equipo. No es este el debate que toca ahora. Lo que procede, una vez cerrado el mercado, es analizar si Gil Marín en algún momento tuvo intención de  fichar a Costa. Yo mantengo que no. Que todo fue un paripé y un engaño hasta que el Cholo se dio cuenta con el correr de los días y exigió un delantero de una vez por todas. Y entonces se cerró con prontitud a Gameiro. Cuando le peguntaron por el galo lo primero que hizo Simeone fue hablar de Costa.  Pero a pesar de dejar el recado fue muy respetuoso con Kevin y mintió piadosamente diciendo que era la segunda opción. Sabemos ahora que no. Que no era ni la cuarta ni la quinta como se podía pensar, sino que era la única opción, porque Gil Marín nunca tuvo en mente gastarse una millonada en un jugador que no tuviera un reintegro económico. Y Costa o Cavani, por hablar de otro jugador al parecer “tocado” ya no tenían trazas de suponer un rendimiento económico, salvo en títulos, eso sí. Pero en cualquier caso algo no garantizable y que tampoco supone una diferencia abismal de dinero. Es más la diferencia se la pueden llevar por delante las primas a satisfacer a los jugadores en caso de resultar campeones. Cuidado, yo no digo que Gil Marín no quiera ser campeón. Digo que lo quiere ser a su modo y no pasa por poner dinero. Nunca lo puso, muy al contrario, el saqueo y la despatrimonialización del Club es evidente. Por más que se nos quieran vender todo tipo de fuegos de artificio.

Ya lo advirtió Gil Marín al interpretar su blues desafinado en un bochornoso publirreportaje que le dedicó la web de la SAD:

"Todos en el club somos ambiciosos y exigentes, queremos competir al máximo nivel y ganar. Pero debemos analizar si podemos competir con los más grandes de manera permanente con nuestro nivel de ingresos. Debemos plantearnos qué club queremos tener y qué club podemos tener"

Esto fue un claro aviso que la afición, entusiasmada por la grandiosa temporada –a pesar del milanazo- e ilusionada ante el futuro, no supo interpretar. El Cholo, engatusado por los cantos de sirena, posiblemente tampoco. Pero Gi Marín, ya tenía decidido que solo gastaría el dinero justo para apuntalar la plantilla, dando una de cal y otra de arena si fuera preciso. Y fichó al deseado Gaitán por 25 kilos (mucho más asumibles que los 35 de la temporada pasada) pero no al ansiado Costa, por el que el Chelsea le pidió lo mismo que les costase a ellos Lukaku, algo impensable para el esquema financiero de Gil Marín. Ni se lo llegó a plantear a pesar del infructuoso empujón del Cholo en Argentina.

En este orden de cosas, nos encontramos con que la diferencia entre ventas y cesiones y compras en este mercado es de unos 15 millones de gasto, según el maestro Rubén Uría:




En este cuadro no se contabiliza la operación de Jackson Martínez que, en consecuencia, se imputa a la temporada anterior, en la que el beneficio por operaciones de compra y venta se antoja jugosísimo y que desde luego no ha sido empleado en las compras de este ejercicio, por mucho que Cerezo se llenara la boca en decir que así sería. Ya sabemos que mienten más que hablan y sus lacayos de los medios de comunicación les facilitan la labor, con tal de preservar su indigna cuota desinformativa o cualquier otro tipo de prebendas.Leerán ustedes a diestro y siniestro que el Atlético, un año más, es de los que más ha invertido de Europa, lo cual resulta grotesco si tiras de calculadora o simplemente sabes sumar y restar. No se dejen engañar, para Gil Marín la palabra gastar no existe en su diccionario.

El panorama deportivamente no es tan halagüeño, más allá de estos dos empates que no son ningún drama –pero sí un toque de atención- con la temporada recién empezada. En España, Barça y Real Madrid han apuntalado sus megaplantillas, pero en Europa la Juve, el Bayern, el PSG y el City se perfilan como rivales muy mejorados y muy respetables. Como ManU o Chelsea, que al menos han quedado fuera de la Champions. A Gil Marín poco le ha importado lo que pida el Cholo o que sea muy probable que afrontemos dos ventanas sin fichar. Tenemos dos medios muy buenos pero ya mayores, otro joven, cedido, sin saber si tendrá minutos o no y dos delanteros, uno de ellos también en el ocaso de su carrera. La plantilla vuelve a ser corta y descompensada, eso de los dos jugadores por puesto es una engañifa más y ya veremos si la temporada que viene no es más que algo ilusorio. Y la capacidad de hacer milagros del Cholo no se puede estirar eternamente.

Al Atleti se le ve aún tocado psicológicamente por el resultado de San Siro y quizás cargado por el esfuerzo físico inicial al que el Profe somete al equipo. Y a Simeone, con su nuevo look entre Ron Perlman y Tom Waits, se le nota algo cariacontecido. Miedo me da el futuro pues después del Cholo no hay nada. Él es quien ha mantenido a las figuras de la plantilla. Todos quieren estar a su lado. Que no les cuenten milongas. Pero mientras tanto, hay que remontar el vuelo, hay que ilusionarse e ilusionarle y Gil Marín no ha contribuido a ello en demasía.

Se aventura un año difícil, que podría ser de transición deportiva sin muchas alharacas y que dará paso a una nueva temporada en que todo apunta que no podremos fichar –quizás salvemos el mercado invernal con otra cautelar- y que va a estar marcado por el traslado de nuestra hinchada a la obra megalomaniaca e innecesaria de la Peineta. Una operación que a la larga ya veremos lo que supone pero que, a corto plazo, implica una deuda descomunal, dejando en evidencia lo falso de su planteamiento inicial.


Si no es la temporada que viene, pues considero que las infraestructuras no estarán terminadas, será la siguiente y si no la sucesiva. Llegará el momento en que las calles y avenidas aledañas al Templo dejarán tristemente de ser afluentes del Manzanares, con sus riadas bulliciosas y chisporroteantes de gentes impregnadas de un mismo sentimiento en rojiblanco. Por mí, ya lo saben, cuanto más tarde mejor. Ojalá no lo vea nunca. Lo que si parece claro es que, mientras no nos sonría la fortuna, la canción triste de Gil Street seguirá marcando, machacona y sombría, el paso del devenir de nuestro Club, su SAD.

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