lunes, 19 de mayo de 2014

ME GUSTA EL ATLETI, ME GUSTAS TÚ




Me lo he tomado al pie de la letra, oigan. Esta mañana de lunes triunfal me he levantado y al encender el ordenador y entrar en mi correo, me he dado felizmente de bruces con la realidad, esta vez nada cruda. Y el último correo de mi bandeja de recibidos, rezaba así: A Neptuno.

Y con cierta sonrisa malévola, de esas que te retrotraen a tiempos ya muy pretéritos en los que casi aún calzaba polainas, por tercera vez en cerca de 40 horas me he plantado en nuestra divina Plaza. Imaginen ustedes tan placentera experiencia, inmerso en la vorágine del Madrid urbano, presuroso y bullanguero, cerrar los aún enrojecidos ojos, muy perjudicados por la llantina casi continua desde el día de San Isidro y el desvelo de estas jornadas, para experimentar un cúmulo de sensaciones brutalmente maravillosas; las palabras del Cholo, de Gabi, el "Diego quedaté", el olor a petardo, el brazo de mi casi tocayo Grandes portando con gallardía nuestra bandera, la sonrisa en los ojos alucinantes de Agustina, un tatuaje dorsal de un mito melena al viento, la excéntrica euforia de los compatriotas que saltan contigo abrazados y aullando campeones al cielo de Madrid...la voz de la sangre de tu sangre cantando un himno eterno. 



Otra vez la carne de gallina en apenas unos segundos, imaginen. Pero les juro que ha habido dos secuencias que no puedo dejar de contarles y que no olvidaré en mi vida. Una, gloriosa, la imagen de José Luis Capón de ayer en esa misma Plaza, atestada, dicen, de 200.000 almas rojiblancas que parecían como mínimo un millón. Capi, enfundado en su camiseta del Centenario, con su Capón y su 3 a la espalda, henchido de orgullo y vista al frente del Palace, es la viva imagen del Atleti, de la lucha rebelde pero confiada contra una situación injusta. De la fe ciega en alcanzar la meta de ese viejo corredor de fondo con el cuerpo ya ajado de inmerecidos reveses. Estrechar su trémula mano y aún más, que la posara en mi espalda mientras Javi Vega nos sacaba una foto, fue para mí enternecedor. Como si mi padre volviera a la vida a darme un abrazo infinito. Larga vida a Capón, como a todos los ídolos que nos han acompañado en este fin de semana triunfal y su previa sanisidril de los 50.



Y luego está lo que me ha pasado esta misma mañana en Neptuno, concretamente en el bulevar central del Paseo del Prado. Parado allí, con los ojos cerrados y dirigidos al cielo, mientras visualizaba tantas fabulosas imágenes de estos días y escuchaba maravillosos sonidos ajenos a la realidad reinante, alguien me observaba a mí. Y cuando cumplo con el místico y particular homenaje a lo vivido, abro los ojos, comienzo a andar y, apenas dados cuatro pasos, a mi lado, un mendigo, enjuto, desarrapado y barbudo, como no puede ser de otra manera, surge cantando por Manu Chao: “me gusta el Atleti, me gustas tú, me gusta el campo del Atleti me gustas tú “ para luego seguir desvariando en un lalalala acompasado. Ignoro si la tonada iba por mí. Quiero creer que sí, aunque ningún signo externo me identificaba hoy con el sujeto principal de su canción. Me ha parecido tan mágico que he preferido no dirigirme a él en absoluto y pasar de largo, con una sonrisa y una mirada cómplice como única limosna, para no romper lo sublime del momento. Mal hecho. Al cabo de un rato he vuelto a pasar y ya no estaba. Y vive Cholo que me he arrepentido.
Como justa y merecida penitencia, llevo ya casi dos horas con el soniquete martilleándome mi descerebrada mollera


“Me gusta el Atleti me gustas tú…”

martes, 22 de abril de 2014

QUE CUARENTA AÑOS SÍ ES “NADA”



Precisamente ha tenido que ser un porteño el que nos ha marcado el camino de vuelta a las rayas en gris y blanco por la tele, rojiblancas de ganchillo anudadas al cuello, al olor añejo que aún emana de una bota o un porrón , a la mano tensa y poderosa de papá o el abuelo evitando que me defenestrara de las aceras del Paseo de Yeserías en pos de un balón perdido. Al “muchachos jueguen como saben”, al líbero y al cobrador del Club que pasaba por tu casa a extenderte el cupón. Al látigo de Mr. Max.o a melenas oriundas al viento. Purolator en verde húmedo o gris ardiente. Patillas y zapatones. Extremeños que aún se tocan. Gloria Bendita.

Son tantos y tantos los recuerdos que súbitamente se agolpan en mi memoria, en mis sentidos, que deberán disculpar tal amalgama de emociones y sentimientos que, seguramente, muchos de ustedes compartirán, escucharán, olerán, saborearán y tocarán en este mismo momento, como lo hago yo. Ojos cerrados, faltaría más.

Pareciera que ese porteño al que hacíamos referencia al principio,  que no es otro que nuestro idolatrado Cholo, como muchos habrán intuido, se empeñase en hacer honor al tango de LePera inmortalizado por Gardel. Pero cuarenta años (ya sé que el tango habla de veinte pero estamos a lo que estamos, oigan)  han sido mucho. Más malo que bueno, por supuesto. Sin ir más lejos, arrastramos la lacra de haber pasado de ser Club a ser una mercantil por mor de un delito de apropiación indebida y con la perpetuación de un delincuente como dueño y señor del cortijo y, aunque nunca pueda apropiarse de un sentimiento, de una forma de ser y vivir, tantos años de estancamiento y pobreza marcan mucho, demasiado. Quizás ése sea el sentido del “nada”, que remarcara el crudo existencialismo de Laforet al retratar la España de la postguerra. Ése es, verdaderamente, el significado del “nada” del tango tras veinte años (ahora sí, más dos), de gilismo errático y totalitario: involución , miseria, saqueo, escasez.

Pero oigan, somos del Atleti. Y eso de por sí, aparte de un orgullo irrefrenable y pasional, es una suerte tremenda. Un eterno gozo en el alma, ya sea en colegio de curas o de laicos. Ya fuera en ambientes burgueses o arrabaleros, con dinero o sin dinero que viva mi Atleti de Madrí. Sí, hasta la canción de Sabina encierra verdades como puños, entre coplas, fandanguillos y tópicos falaces e infumables. Siendo del Atleti todo tiene razón de ser y si no nos gusta luchamos por cambiarlo. Así pasen otros... “nada”. Hemos vuelto. 

Escucho y leo  que Simeone tiene mucho mérito. Y lo comparto, cómo no hacerlo. Pero la mayoría desconocen en verdad ese valor, si no son del Atleti. Porque su mérito trasciende de lo puramente deportivo y se inmiscuye de forma solapada en lo institucional. Pero no saben ustedes, los que no respiran y transpiran en rojo y blanco, hasta qué punto se entromete en la zona otrora noble, aunque haya sido de forma accidental. Nosotros sí. Y no me pongo críptico. Que me compre quien me entienda, sea o no del Atleti. Y el mismo mérito y devoción merece la plantilla, esta vez sí, deportivamente hablando. Unos titanes. Pase lo que pase de aquí a un mes. 

Cierro otra vez los ojos. Y pienso en los cuarenta años del título. Rememoro Celtic Park, otra vez en grises. Tibias magulladas, extremos alopécicos rubios contra defensas melenudos morenos. Tres de los nuestros abandonando el pasto por orden de la justicia otomana. Sangre, sudor y risas brazos al viento, entre insultos de una afición predispuesta tras perder en el 67 una intercontinental ante el Racing Club de Panadero. La batalla de Glasgow fue la antesala de la final de Heysel, pasando por las puertas del Templo, no lo olvidemos, donde el Ateti dio buena cuenta de la horda escocesa. La primera en levantar una orejona desde Britannia. Un mérito inmenso que ha de repetirse esta noche, precisamente frente a los últimos británicos que han levantado esa Copa. Huele a noche triunfal, a épica y gloria. A ganar y ganar y volver a ganar. Con las sienes plateadas, febril la mirada y el alma aferrada a un dulce recuerdo.

Volver.

sábado, 1 de febrero de 2014

EN EL ADIÓS DE LUIS ARAGONÉS



Retomo el pulso de este humilde blog, abandonado desde hace más de un año, con la inmensa pena por el adiós de Luis Aragonés y el deber de rendirle merecido tributo.

Este año, febrero se ha asomado al calendario de la peor manera posible, cruel, azuzando un viento frío y seco que nos ha helado el corazón. Poco después de las 6 de la mañana ese gélido céfiro se llevaba el alma de Luis Aragonés Suárez camino del tercer anfiteatro, desde donde, incansable, ya nos está apoyando con denuedo, con ese espíritu combativo y ganador que le caracterizaba. Como muestra, un 2-3 del remozado Valencia de Pizzi en el Camp Nou (supongo que hoy Cesc, Iniesta o Xavi tendrían menos ganas de divertirse en el campo que otros días)

 

Y como personaje competitivo y exigente que era Luis, su apoyo innegociable siempre venía de la mano, irremisiblemente, de un reto, de un desafío, de una contraprestación. No por una cuestión de egoísmo, sino por natural exigencia. "Ustedes van a ser campeones si hacen lo que yo les diga". Y vaya si lo fueron. Ahora el reto está ahí y si el Cholo sigue demostrando su inteligencia, lo utilizará con el equipo. Mañana líderes y después hay que salir campeones por Luis. Díselo Cholo. Martillea la mente y apuntala el corazón de los nuestros con ese lema, eso sí, que quede fundido partido a partido en sus pechos.

Luis tenía su propia verdad. No era de medias tintas ni existían diversos caminos para llegar a un fin. Solo uno, su verdad. Era un tipo hosco cuando tenía que serlo y socarrón cuando el momento lo requería. No se dejaba avasallar, tenía una personalidad tan competitiva que resultaba imposible que se amedrentara ante nada ni nadie. Y eso le granjeó enemistades, envidias, animosidad por parte de muchos que ahora le tributarán oportunista vasallaje. Ya han empezado.

Pasó de jugador a entrenador en un día y lo primero que hizo fue empezar a llamar a los que habían sido sus compañeros, a sus amigos, de usted. Y les hizo campeones de la Intercontinental, tan tranquilamente, como si nada. Seguramente esa fue la clave. Tratarles de usted. Me gusta pensarlo y también me gusta hablarles a mis amigos de usted en determinadas ocasiones y, a partir de ahora, me acordaré mucho más de Luis cuando use tal tratamiento.   

Tuve la inmensa fortuna de conocerle en persona. Junto a los compañeros de Señales de Humo quedamos con él una mañana entre marzo y abril de 2011. Estábamos preparando su homenaje, el de la afición, el de la gente que nunca le ha dado la espalda, el que siempre le ha negado la SAD y ahora se aprestará a ofrecerle de forma tan extemporánea como pancista. El lugar de la cita era el Hotel Eurobuilding de Madrid. Yo llegué el segundo. El primero de nosotros. El primero de todos, él. Serían cerca de las 11 y ya tenía una cerveza en la mano. La puntualidad era su norma y así me lo hizo saber. Yo, que ya sentía cierto congojo por la egregia cita, no sabía dónde meterme. Poco a poco llegaron mis compañeros. "Así que ustedes son los de Cortinas de Humo". A Ballack le puso Wallace y a nosotros Cortinas de Humo, él era así y así le hemos querido.

Nos empapamos de su personalidad al instante. Llenaba el entorno con su sola presencia. Con un traje impoluto y corbata clásica, su aspecto era adusto y serio, pero te sentías a su lado como con tu profesor favorito, como con tu padre. Le gustaba más que le llamaran Zapatones que Sabio, porque decía no saber nada. Para sus amigos, siempre Mono y los más punzantes le llamaban Aurelio, en honor al personaje de El Planeta de los Simios.

A esa reunión le siguió otra con el mismo escenario y luego, el 10 de abril, el homenaje. Todo salió perfecto y él, junto con su familia y sus amigos, encantado y agradecido. Allí 800 seguidores le jaleamos Presidente Presidente Presidente. "No, no, para eso hay que tener unas cualidades que no poseo. Se necesita muchísima sabiduría para presidir una entidad así... De lo que hay posibilidades es que vuelva como entrenador del Atlético, me encuentro perfectamente para entrenar...No lo descarto. Del fútbol no me voy a ir nunca". Demasiado humilde, para alguien que no podía irse del fútbol porque era el propio fútbol. Pero es que, además, por encima de todo era un ser humano espectacular.




Nunca lo olvidaré. Espero traerle a mi lado en los momentos cruciales, en esas finales que la vida siempre nos brinda y lo imaginaré ahí sentado, junto a mí, como esa mañana de final de Copa del 92, en la que aporreó la puerta de la habitación de un adormilado Paulo Futre hasta que consiguió entrar y, sentándose a los pies d esu cama y mirándole a los ojos,  le exigió que él y sus compañeros vengaran el honor de Pizo Gómez. Y lo hicieron. No podían fallarle, como a esos 50.000 que después abarrotamos el Bernabeu.

Ya digo adiós. Y lo hago con sus palabras contundentes de despedida esa mañana de Abril del Gaudeamus Atleti.

 "El Atlético no se merece que le estén tratando como le están tratando. No se puede conformar con entrar en Europa, estoy en contra de anuncios como ese de 'Papá, ¿por qué somos del Atleti?'. ¡No! Cuando yo estaba siempre salíamos a competir a por la Liga, la Copa, todo. ¡Vuestros padres no nos permitían otra cosa! Somos el tercer equipo de España, pero nos hemos alejado de nuestra historia. Pero pensad que, cuando una puerta se cierra, se abre una ventana".

Tú eternamente tendrás abiertos nuestros corazones, HASTA SIEMPRE MI PRESIDENTE..