Que el Atleti se ha convertido en un esperpéntico sin Dios ya nadie lo pone en duda. A las pruebas de los últimos acontecimientos me remito, aunque algunos de ellos ya estén caducos para esto de la noticia, por lo que pasaré por ellos levemente de puntillas.
Tras el Consejo de Administra-ficción que nos regalaron los indirigentes atléticos y que acabó con una también ficticia mordaza en la boca de Cerezo, pues a las veinticuatrohoras estaba paseando su verborrea por todos los medios, cual una carmendemairena cualquiera, en un bochornoso espectáculo de enemigos íntimos con el Vicedepresidente Abásolo, llegó la lamentable rueda de prensa para despedir a De Gea, a todas luces demostrativa de las nulas dotes comunicativas de ese excelso jugador de fútbol que fue José Luis Pérez Caminero, tan bueno con los pies como malo con la oratoria.
Una vez padecido el fiasco, uno se pregunta para qué se ha fichado a un Director de Comunicación -dircom, para los modernos- como Rafael Alique , si todavía no ha aparecido en escena, salvo para trazar extrañas estrategias denostadas en su día, en un remedo evidente, por ahora, de nuestro espectral Consejero Delegado, que sólo hace apariciones en público, para autoentrevistarse en publirreportajes caseros.
Y se vuelve a hacer idéntica interrogante cuando, en la mañana de hoy, el duo Miró-Miranda (no me negarán que queda genial como nombre artístico) ha hecho su aparición en la sala de prensa del Cerro del Espino, flanqueado por Luiz Pereira y…sí, de nuevo por el locuaz Pérez Caminero, de traje y corbata oscuros, tan oscuros, que por un momento recordaba a Travolta en “Pulp Fiction,” cuando Willis le deja sentado en la taza del retrete, después de haberle metido unas cuantas balas e el cuerpo , recién aliviado, eso sí.
Como quiera que el presidente ya no pude “de” hablar, tras su estelar semana mediática o, quizá , porque después de haber visto encarcelado a su fiel amigo Teddy, ha preferido pasar desapercibido hasta que pasara la marEgeda - sí, han leído ustedes bien-, pues vamos a introducir alguna figura estelar del variopinto faranduleo atlético, para hacer las veces de chou-man, una vez que el entretenedor principal ha sido dado de baja provisional. Y le ha tocado a Gonzalito, a la sazón hijo de la directora de "El Perro del Hortelano”, la recordada Pilar Miró. Su madre fue clienta del “producidor”, porque como bien expresó el propio Cerezo en una de sus veladas televisivas, esa película la produció él. Pero él, en definitiva, no es más que un vividor que no tiene oficio ni beneficio conocidos y que nunca debió presentar en escena a Miranda.
La conclusión de todo este desazonador vodevil es, que los aficionados del Atleti, estamos atravesando por un periodo desilusionante, en el que, por si fuera poco, sufrimos de tres fobias alarmantes, que aunque conocidas para la humanidad, se han enraizado en lo más profundo de la grada rojiblanca de forma singular.
El ya conocido miedo a la libertad, que describiera hace unas décadas tan genialmente Erich Fromm, según el cual la búsqueda de la seguridad es mucho más fuerte que el deseo de ser libres. Ese miedo, nos tiene atenazados desde 1992, hasta el punto de preferir que nuestro Club pasara de las manos de los socios, a las de un megalómano delincuente indultado, por eso de la seguridad de que el equipo no descendiera a Segunda B. Lo malo es que esa fobia todavía nos dura, tras casi 25 años, siendo incapaces de derrocar a su familia del ilegítimo poder. Todo se andará.
Años más tarde, Alvin Toffler advirtió la existencia de otro temor peculiar que embargaba a las gentes. Se refería al futuro. A un futuro que no podían entender con precisión, lleno de máquinas complejas que escapaban no sólo del manejo, sino -incluso- hasta de la comprensión más elemental. Era el shock del futuro. El terror a un mañana que prometía un modo de vida muy diferente al que nosotros conocimos.
Ese shock lo sufrimos los atléticos sobremanera, pues sentimos pánico ante el diabólico manejo que de la plantilla puede hacer el siniestro Gil Marín, incomprensible para el más capacitado de los mortales. Vende lo bueno - De Gea, Ujfalusi , Forlán se resiste y supuestamente Agüero -, se deshace de lo joven - Keko, Ibrahima, Pacheco y Alberto Perea- y mantiene la rémora de viejas mantas que hay en el equipo, salpicándolo con varias compras de medianías y jugadores no contrastados hasta la fecha. Pero la cosa no acaba ahí en cuanto a lo deportivo, porque si ha habido dos equipos que este año se han salido, han sido las Féminas y el alevín, pues no quieran saber qué ha pasado con sendos entrenadores. Es un expediente X que es mejor no remover. La conclusión es evidente, por ahora el futuro pinta en bastos y es más negro que el traje de Caminero, que es de luto riguroso. Un futuro muy alejado del Atleti que conocimos.
Pero creo que es conveniente identificar un nuevo temor, muy ligado al anterior del miedo al futuro, en nuestro desapacible horizonte: el temor a la información. Ese malestar imprecisable, acechante como una ominosa presencia, que le produce a tanto atlético saber la enorme cantidad de información al alcance potencial de nuestros ojos y mentes, pero —al mismo tiempo— totalmente inaccesible.
Es tal la avalancha informativa sobre nuestro equipo, que nos sepulta a diario y, sin embargo, preferiríamos no enterarnos de nada. Hace años, estábamos deseando llegar a la playa, para pasarnos el verano tumbados al sol con la cerveza y el As en la mano, expectantes por los fichajes que iba a hacer el Atleti. Desde la época de Ayala y Heredia o Leivinha y Pereira, siempre fue así. Hasta con Gil y Gil se esperaba la alegría del verano -mientras saqueaba el Club sistematica y sórdidamente-. Pero esto hace años que se ha convertido en un sin vivir. No solo por los fichajes erráticos o perdidos, los rosickys o riquelmes de rigor, sino porque cualquier noticia que proviene del Atleti apabulla al más pintado.
No queremos estar tan informados. El aficionado no necesita esta sobredosis de mentiras y especulaciones. Volvamos a la realidad de lo que fue este Club glorioso. Cambiemos información por formación, a la que verdaderamente hay que dedicar un esfuerzo sobrehumano. Es una responsabilidad de todos, de los medios independientes y no colaboracionistas, de los aficionados más veteranos que tuvimos el privilegio de vivir las mieles del éxito. De ex jugadores como el mítico Luis Aragonés, que en su emocionante Gaudeamus ya lo predicó, con el asentimiento de Calleja, Capón o Reina, o como los tres argentinos que hoy han hecho acto de presencia en los medios, Rubén Cano, Panadero Díaz y Cabrero. Están ustedes formando a la afición. Muchas gracias. Y la hinchada debe ser consciente de cuál es el verdadero sitio de este equipo. Reaccionemos por favor, antes de que sea tarde. Sólo así desaparecerán los tres miedos que nos atenazan y volveremos a ser libres, sin temor al futuro y expectantes e ilusionados ante la actualidad de nuestro equipo.
Felices vacaciones.
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