miércoles, 13 de octubre de 2010

Semblanza de un hombre y un mito



Poco puedo decir de Glaría o Griffa, aunque de muy pequeñito les vi jugar, mis recuerdos son muy vagos. A Ovejero y al Cacho Heredia les recuerdo mejor, tipos fuertes, el primero más tosco, el segundo mejor pelotero, sin duda. Imponían su ley en el centro de la zaga Expeditivos y duros, que no violentos.

Luego llegó Pereira, mi primer amor, sin mariconás. Era puro arte, lo hacía todo fácil, incluso lo más complicado, un túnel, un regate al borde del área, un despeje de tacón...y siempre con una sonrisa en la boca. Él imponía su estilo, su elegancia, su carisma, ésa era su ley. No era brusco, no necesitaba hacer faltas. No le recuerdo una expulsión salvo en el Mundial del 74 con Brasil

Juan Carlos fue su alumno aventajado. Llegó al Club en 1978, con 21 años. Yo tenía 16.  La edad apropiada para convertir al montañés en un ídolo de mi juventud. Desde el primer momento me embriagó su casta, aún siendo tan joven. Aunque no era de extrañar ese carácter.

El de Maliaño perdió a su padre con la edad de seis añitos y poco tiempo después ya tuvo que esforzarse en sacar adelante la economía familiar, descargando sacos de cemento en el puerto de Santander por poco más de 600 pesetas. Pero su pasión por el fútbol le hizo duplicar esfuerzos y pronto ingresó en el Santander. Con su primera ficha de junior le compró a su madre la “labarakaldesa”, una lavadora que se agenció tras un partido en Barakaldo, de ahí el mote que le pusieron en casa al artefacto.

Eran tiempos muy duros, de partidos “norteños” que diría algún tiempo después un periodista deportivo, posiblemente malo, pero sin duda entrañable. Y un jugador del Santurce, jugando cedido en el Torrelavega,  le rompió la nariz de un codazo de esos que, por muy alevosos que fueran, nunca suponían tarjeta roja. Eran hombres jugando contra hombres y, Juan Carlos, era y fue toda su vida, ante todo, UN HOMBRE, sí con mayúsculas.

Tras este incidente que acredita que no siempre la nariz de Arteche fue tan ...así, tan suya, pronto los ojeadores se fijaron en él al destacar por su potencia, su envergadura y... sus narices.

Subió al primer equipo y coincidió posteriormente con otros futuros atléticos, Marcos Alonso y Quique Setién. Su primer sueldo 200.000 pesetas.

Y en 1978 llega al Atleti de la mano de Héctor Núñez, junto a Guzman y Navarro y debuta precisamente en el Sardinero un 4 de agosto.

De la mano de Luiz Pereira aprendió lo que no está en los escritos. Cómo colocarse, cómo saltar, cómo tirar un fuera de juego, a sacar el balón jugado (bueno, esto casi lo aprende). Disfrutó de él dos años, hasta que el brasileiro , como le gusta decir al Sabio, regresó a su Palmeiras en 1980.

Luego vendría para apoyarle otro norteño, Goicoechea. Pero el referente de esa defensa y del equipo entero fue Arteche. Su personalidad desbordaba al resto, muchos de ellos salidos de la cantera rojiblanca. Se convirtió en el lider y se ganó el corazón de la afición que estaba con él a muerte.

Llegó la internacionalidad con gol incluido en otro partido norteño, pero en Europa. Fueron cuatro sus partidos con la selección si la wikipedia no falla. Y llegarón sus 14 goles, entre ellos los dos míticos bajo la lluvia del Manzanares al Betis. Y llegó una Copa, una Supercopa de España y la maldita final de Lyon. 

Todo eso llegó, hasta Jesús Gil, por desgracia, llegó. Y bien que lo sufrió en sus carnes, pero la vida le había golpeado tan de pequeñito que, junto a Landáburu y Setién hizo frente impasible y cargado de razón al despido que el apropiador indebido les preparó.

La justicia le dio la razón, pero la vida no le ha hecho justicia y se lo lleva con 53 años, no sin luchar como un coloso contra su temible y, por esta vez, imbatible enfermedad.

DESCANSE EN PAZ EL CAPITÁN, DESCANSE EN PAZ EL HOMBRE.
APLASTAAAAAA ARTEEEEECHE !!!

2 comentarios:

  1. Mira por dónde, y dando vueltas por ahí, me entero de que Don Jesuskun tiene también su bloq y todo. Pues nada, cuente usted desde ya con un asiduo a sus entradas, señor.

    Un abrazo.

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