"Antes del partido con Bélgica, comenté en la charla técnica al final de la reunión: Muchachos, mátense porque si hay algo que no puedo soportar es ver las finales por televisión" (Carlos Bilardo, 1986).
Qué
jodido es ser bilardista. Además de denostar tu juego pretendidamente zafio y
defensivo para aquellos que lo ningunean, de desterrar tus legítimos logros, no
respetan que tus ansias por ganar te lleven a la bronca más total. Les importa
un bledo. Cuando estás inmerso en un proceso interno que no podría ser más cercano
a los infiernos, te intentan sacar de forma tan miserable como inmisericorde la
última gota de paciencia que te pueda quedar. Así fue la última rueda de prensa
del entrenador del Atlético de Madrid. El mejor del mundo.
Pero
qué grande es el Cholo. Aguantó el chaparrón estoicamente con una sola frase: “tengo
que pensar”. Cualquier pregunta sobre el pasado o el futuro pasaba por ahí, “tengo
que pensar”. El presente estaba claro en ese mismo instante. Hoy ya es pasado. Y Simeone solo tiene que pensar. Nada más.
Leemos
que Simeone tiene en vilo al Atlético. Que está más fuera que dentro o
viceversa, que ha dado un ultimátum a la directiva, que ya no sabe cómo motivar
a los jugadores y demás frases tan manidas estos días. No consuman, una vez más.
Entiendo que la afición esté preocupada y expectante. Es la única legitimada
para plantearse algo. Saben que el Cholo es el bastión al que aferrarse. Sin él
deportivamente no somos nada. Pensamos atemorizados que no se puede ir, no al
menos hasta que Gabi o Tiago (o los dos) se hagan mayores y den el salto al
banquillo. Ya lo hizo Luis Aragonés, recuerden. Tras ese tren perdido de Heysel
se enfundó el chándal de mister, agarró el silbato y pasó a llamar a sus amigos
de usted. Y les hizo Campeones del Mundo. Sueño algo así con Gabi. Creo que es
el único relevo posible del Cholo. Un tándem con Tiago también me subyuga. Son
los que lo han mamado. Los que han ejercido dentro del campo de Simeone. Son
los elegidos.
Pero
volvamos al presente porque ese anhelado futuro debe esperar y, cuanto más
tiempo, mejor. Simeone no se va. Y ni se lo ha planteado. Y menos perdiendo
esta final. Más me hubiera preocupado de haberla ganado. Ciertamente. Ese es su
techo. No ser subcampeón. Y cuando lo alcance igual se lo plantea. No ahora. Ya
lo dijo Juanfran. La motivación está intacta. Llegará el día en que Gabi levante
una Champions, como capitán, primero. Los jugadores saben que no se irá.
Las
salidas y entradas, ya están habladas con Gil Marín y Berta desde antes de
acabar la liga. Nada ha cambiado desde entonces. No existe ultimátum alguno.
Nada que pensar al respecto. Gaitán fichado. Un 9 de campanillas, un lateral derecho
y un mediocentro ofensivo más. Eso mínimo. Mantener el conjunto innegociable, cerrar
las renovaciones en curso, también. Vietto, Óliver, Correa, Thomas,
Kranevitter, saldrán, cedidos o con opción de recompra. Igual no todos,
dependiendo de las llegadas. Bastón se recuperará para venderlo, salvo orden en
contra del Cholo tras incorporarlo al stage de verano. Prepárense para el enésimo verano caliente en el que volveremos
a hacer una plantilla de 45 o 50 jugadores. Los cantos de sirena a nuestros
jugadores más emblemáticos serán una vez más la tonada del verano. Ya anoche
empezaron con el propio Cholo y una oferta del Inter de 100 kilos en 5 años a
partir del verano de 2017. Si fuera verdad sería impensable decir que no. Si
fuera verdad.
Y
volvamos al bilardismo. Decía Ángel Cappa que "El menottismo es como
los Reyes Magos: uno espera siempre a los equipos de Menotti con ilusión, sin
saber qué le van a traer. Y bilardismo es el señor que le dice al pibe de 4
años: Los Reyes Magos son los padres, así que te doy un pulóver que te hace falta
para el invierno y punto”. Cappa, como, Pékerman o Sensini es menottista
y como tal conoce perfectamente que es una lotería apostar por jugar bien, por
eso lo define como esperar a los Reyes Magos. Pero eso funciona si vives en una
familia acomodada en la que tienes la certeza que te van a traer el Scalextric.
Si no, tendrás que conformarte con un aro y un palo y ser un mediocre. O con
bajar al invierno de segunda de la mano de Jémez y sin pullover.
El Cholo, ha mamado el bilardismo y se
abrazó a esa fe descaradamente desde que puso el pie en su primer potrero.
Ganar como sea, sacar el mayor partido a tus jugadores, dotarles de una competitividad
fuera de toda duda, inhumana y a la par solidaria. Matar o morir matando. Sin
fisuras, todos juntos, todos uno. Y si se puede jugando bonito, se hace y punto.
Y si se puede ser ofensivo se es y ya. Pocos equipos más ofensivos se han visto
que el River de Simeone que gana el Clausura. Pero siempre hay que adaptarse a
la plantilla que tienes. Con el firme propósito de hacerla mejor de lo que es.
De exprimirla al máximo. De lograr que los atributos de tu capitán de treinta y
tantos sobrevuelen el cielo lombardo en una final soñada hasta oscurecer el
panorama del equipo rival. Y va y lo consigue.
Y va y dice que es un fracaso. Y
nadie lo entiende. Salvo Bilardo, salvo Lavolpe, salvo Luis Aragonés. ¿Cómo? Alto ahí. Luis, ¿el que inventa el tiki-taka con la Selección Española ?
Ese mismo, que en la Gloria
esté. Ganar y ganar y ganar y volver a ganar. ¿Recuerdan?
Y
es un fracaso exclusivo de él. No de su cuerpo técnico –que pueden opinar lo
mismo, cuidado- porque el que da la pauta y dirige es él. No de sus jugadores,
que se han matado en el campo como él exige. Pero el resultado, es el que es.
Las finales no se juegan, se ganan. Y él ha quedado subcampeón. Por eso lo que
los atléticos entendemos como una temporada majestuosa él lo ve como un
fracaso. Y ahora solo queda pensar.
Pensar en el dolor que le aflige por las lágrimas desconsoladas de esos muchachos
que no han alcanzado el objetivo en el partido de sus vidas. Pensar en cómo
revertir la situación. Pensar en hacer una plantilla más fuerte, sin una sola
grieta. Pensar en jugar más ofensivamente. Pensar en ganar por encima de todo y
partido a partido.
Solo
una última cosa. El Cholo no se va. Pero el Cholo no permite que los dirigentes
le traicionen. Ni siquiera, como dijo su Profe, aunque Simeone sea igual a Atlético
de Madrid. Ya lo demostró en River cuando se marchó a falta de cinco fechas
aunque se arrepintiera después. River quedó último y él se hubiera quedado solo
para lograr que no lo fuera, aunque hubiera terminado penúltimo. Pero último
nunca. Era una situación convulsa y deportivamente muy mala. Pero los
dirigentes le fallaron y le pusieron a los pies de los caballos. Aquí el
panorama es diametralmente opuesto, pero cuidado que no le falle Gil Marín.
Aunque luego el Cholo pudiera volver a arrepentirse. Gil Marín puede ser muchas
cosas pero no es tonto. Necesita un Atleti en la élite ahora que cada vez son más
claras las expectativas de dar un sablazo a algún multimillonario caprichoso.
Por la cuenta que le trae no va a fallar al mejor entrenador del mundo.