Posiblemente somos la mejor afición del mundo, en cuanto afición de equipo, pero la peor, también posiblemente, como afición de Club.
Si lo único que tenemos que celebrar es ser la supuesta mejor afición del mundo, vamos dados. Ah, perdonen, que a lo mejor también tenemos que celebrar que el Kun no se vende o que De Gea después del mundial será convocado para jugar contra Zimbawe.
Centrémonos señores aficionados del Atleti.
Las arengas postpartido de Barcelona, fueron necesarias y se agradecen, pero ahora es tiempo de reflexionar, aunque nunca vaya a ser el momento idóneo.
Yo prefiero celebrar otro tipo de cosas y tener una buena afición, no la mejor del mundo mundial. Las cosas que celebran otros, los títulos, los grandes fichajes, las trayectorias deportivas regulares, lógicas, acordes a una grandeza y a una historia. Los segundos, terceros y cuartos puestos en liga quedando a diez o doce puntos como máximo del primero.
Muchos preferirán celebrar un título cada catorce años, pero éso hay que planteárselo, al menos.
A mí no me vale con repetir lo de las finales de Sevilla, Valencia o Barcelona por muy bonito que resulte y por mucho que me tire tres días seguidos sin voz. Porque aunque a mí no me valga éso, lo cierto es que canté como el que más, disfruté de esos momentos sublimes, mágicos e irrepetibles como el que más y, todavía cuando me cruzo con un atlético me doy un abrazo con él o una palmadita en la espalda y nos repetimos eso de "sólo somos capaces de esto nosotros".
Pero abramos los ojos a lo que ha sido la temporada y dejemos atrás el hecho de que ya en Mestalla éramos la mejor afición del mundo hace diez años. Diez largos años de mediocridad insoportable y nauseabunda.
Esta temporada, siendo la mejor de los últimos catorce años, ha sido penosa y lamentable.
Hemos jugado cuatro partidos buenos de sesenta y pico disputados, que se dice pronto.
Hemos hecho el ridículo más espantoso en Champions y en liga. Hemos jugado una final de Copa del Rey llegando como hemos llegado y hemos ganado un título europeo saliendo victoriosos en muy pocos partidos. Acabamos pidiendo a gritos la renovación de Quique cuando sus números dejan mucho que desear, pues con él al mando el equipo ha ganado 20 partidos y ha perdido 19.
Es evidente que hemos explicado hasta la saciedad quiénes son los culpables de la mala planificación deportiva, de la confección de una plantilla de poca calidad, descompensada y corta y de la nefasta gestión económica del Club, además de las mentiras y desmanes contra la afición. Todo ésto sin entrar en ilegitimidades o apropiaciones indebidas, que no es necesario para llegar a las conclusiones oportunas y justas.
Si nos queremos dedicar ahora a hacerle el caldo gordo a los medios y a jugar al fútbol pro ese, es el momento.
Olvidémosnos de la temporada y pensemos en la que viene, que seremos más felices haciéndonos pajas mentales con los riquelmes o rosickys de turno.
Si de verdad queremos ser una afición grande, no la más grande, sino grande como algunas otras que celebran otro tipo de cosas, centrémonos y exijamos a quien hay que exigir, que a mí los títulos por ser los que mejor cantamos, los que más corazón ponemos, los que más amamos a nuestros colores, si es que existen, porque la afición ni tiene vitrinas ni museos, no me alimentan más de dos días,aunque ciertosmomentos los guarde en mi retina y en mi memoria para siempre. Incluso en mi corazón..
Hemos vivido dos momentos maravillosos esta última semana, cierto. Hemos demostrado de qué material está hecho el hincha atlético. Pero reconduzcamos de una vez por todas nuestro potencial como afición de equipo a luchar por lo que debemos luchar, por ser una afición de Club y reivindicar lo que este Club se merece. Ignoro si el momento es el idóneo o no, pero sólo sé que otros catorce años a verlas venir serían demasiados.
A todos los amigos y camaradas de equipo con los que compartí momentos entrañables y para siempre inolvidables, sólo decirles que se les quiere y, que posiblemente, sin ustedes no concebiría estar al pié del cañón, ya sea en primera fila o en retaguardia, que es lo mismo con tal de estar.
Volveremos, volveremos a ser camaradas de Club.
sábado, 22 de mayo de 2010
miércoles, 5 de mayo de 2010
Los invasores
Nunca entenderé esto del protocolo. Lo llevo mal, he de reconocerlo. Y aún más, cuando descubro indignado, según publica un diario deportivo cuyo nombre empieza por "a" y caba por "s", que algunas personalidades políticas de nuestra comunidad madrileña, ocuparán plazas privilegiadas en el palco del HSH Nordbank Arena de Hamburgo el próximo día 12 de mayo.
Gentes que no son del Atleti y , lo que es peor, a los que el Atleti les importa un bledo y además sólo han buscado el beneficio propio, aunque sea político, en su relación con el Club. Lógicamente con la anuencia de los dirigentes de la S.A.D., que igualmente buscan sus réditos personales sin importarles un adarme los de la institución atlética y su afición.
Todavía recuerdo la gala de la elección de la ciudad que albergará los juegos olímpicos del 2016, en la que como recordarán estuvo inmersa nuestra ciudad, con resultado insatisfactorio. Y aún más recuerdo el video promocional de Madrid 2016 y lo atónito que me quede cuando se recogían imágenes alusivas al Real Madrid (estadio, futbolistas y hasta niños jugando con la camiseta blanca), mientras no se hacía la más mínima mención del Club que había propiciado que se pudiera presentar la ciudad como candidata a esos juegos, a través del sacrificio del Estadio Vicente Calderón y de la propia afición atlética y el consabido traslado a la Peineta. Lejos de reconocerse y agradecerse el esfuerzo del Atlético de Madrid, se silenció su nombre en ese video y se omitió cualquier imagen en rojo y blanco. El Atleti no existió, salvo por la presencia de un tipo con pelo blanco y gafas, que bien podría haber ido en representación del club rico de la capital, ya que no tuvo reparo alguno de enfundarse la nívea elástica en uno de esos saraos celebrado con otras gentes de igual calaña.
Así, resulta que el valedor de la candidatura olímpica de Madrid 2016, el fracasado regidor, que tampoco tiene reparos en suscribir convenios con personajes condenados por estafar a su propio Club y que debieron ser igualmente condenados por apropiárselo indebidamente, va a acudir al palco del estadio hamburgués, sentándose junto a las otras partes contratantes del lapidario convenio.
Y junto a ellos se sentará, al parecer, una mujer que igualmente tiene al Atleti en ínfima estima. Sólo basta recordar qué medidas adoptó cuando en octubre de 2007 un anuncio promocional de Metro de Madrid presentaba a un hincha atlético poco respetuoso con el medio ambiente y a otro del Real Madrid en actitud opuesta, ridiculizando y dando una imagen claramente negativa de un club del cual son seguidores cientos de miles de madrileños, que además, para más inri, habían contribuido con su peculio particular en la financiación vía impuestos de tan irreverente y nefasto anuncio. Creo recordar que hubo algún despido, pero el daño ya estaba hecho porque esa campaña publicitaria fue vista en muchos hogares españoles, no sólo madrileños. E incluso a nivel internacional.
Así mismo es obligado destacar cómo en ocasiones ha hecho mención esta señora, en sus declaraciones públicas en los diferentes medios informativos, a su preferencia por que el Real Madrid ganara la Champions cuando el Atleti también jugaba ese torneo o cómo deseó ardientemente que un portero de Móstoles ganara la bota de oro cuando se la estaba disputando, entre otros, con un delantero de Fuenlabrada.
Son ya demasiadas ofensas recibidas de estos mandatarios madrileños, olvidadizos, descuidados y poco respetuosos con un Club de Madrid con 107 años de historia y una afición multitudinaria y ejemplar, como para permitir que ocupen en el palco del Hamburgo dos plazas que, sin duda alguna, merece infinitamente más cualquier seguidor atlético de bien, y ya colegirán ustedes a qué me refiero, porque últimamente el palco del Calderón se está convirtiendo en un plató chusco y hortera "rosiblanco", plagado de vividores faranduleros y farsantes. Unos y otros son unos invasores consentidos por la indirigencia que, a su vez, usurpó ilegitimamente ese palco hace ya unas décadas.
Al Borbón prefiero no meterle en el saco, porque al menos éste es atletista de toda la vida, pero también me produce cierta irritación y no menos desazón cada vez que veo cómo le despliegan la alfombra roja en la Casa Real al cooperador necesario de un delito de apropiación indebida. Claro que la prescripción tiene estas cosas. Y la Monarquía...¿no prescribe nunca?, pero ése, es otro cantar.
Gentes que no son del Atleti y , lo que es peor, a los que el Atleti les importa un bledo y además sólo han buscado el beneficio propio, aunque sea político, en su relación con el Club. Lógicamente con la anuencia de los dirigentes de la S.A.D., que igualmente buscan sus réditos personales sin importarles un adarme los de la institución atlética y su afición.
Todavía recuerdo la gala de la elección de la ciudad que albergará los juegos olímpicos del 2016, en la que como recordarán estuvo inmersa nuestra ciudad, con resultado insatisfactorio. Y aún más recuerdo el video promocional de Madrid 2016 y lo atónito que me quede cuando se recogían imágenes alusivas al Real Madrid (estadio, futbolistas y hasta niños jugando con la camiseta blanca), mientras no se hacía la más mínima mención del Club que había propiciado que se pudiera presentar la ciudad como candidata a esos juegos, a través del sacrificio del Estadio Vicente Calderón y de la propia afición atlética y el consabido traslado a la Peineta. Lejos de reconocerse y agradecerse el esfuerzo del Atlético de Madrid, se silenció su nombre en ese video y se omitió cualquier imagen en rojo y blanco. El Atleti no existió, salvo por la presencia de un tipo con pelo blanco y gafas, que bien podría haber ido en representación del club rico de la capital, ya que no tuvo reparo alguno de enfundarse la nívea elástica en uno de esos saraos celebrado con otras gentes de igual calaña.
Así, resulta que el valedor de la candidatura olímpica de Madrid 2016, el fracasado regidor, que tampoco tiene reparos en suscribir convenios con personajes condenados por estafar a su propio Club y que debieron ser igualmente condenados por apropiárselo indebidamente, va a acudir al palco del estadio hamburgués, sentándose junto a las otras partes contratantes del lapidario convenio.
Y junto a ellos se sentará, al parecer, una mujer que igualmente tiene al Atleti en ínfima estima. Sólo basta recordar qué medidas adoptó cuando en octubre de 2007 un anuncio promocional de Metro de Madrid presentaba a un hincha atlético poco respetuoso con el medio ambiente y a otro del Real Madrid en actitud opuesta, ridiculizando y dando una imagen claramente negativa de un club del cual son seguidores cientos de miles de madrileños, que además, para más inri, habían contribuido con su peculio particular en la financiación vía impuestos de tan irreverente y nefasto anuncio. Creo recordar que hubo algún despido, pero el daño ya estaba hecho porque esa campaña publicitaria fue vista en muchos hogares españoles, no sólo madrileños. E incluso a nivel internacional.
Así mismo es obligado destacar cómo en ocasiones ha hecho mención esta señora, en sus declaraciones públicas en los diferentes medios informativos, a su preferencia por que el Real Madrid ganara la Champions cuando el Atleti también jugaba ese torneo o cómo deseó ardientemente que un portero de Móstoles ganara la bota de oro cuando se la estaba disputando, entre otros, con un delantero de Fuenlabrada.
Son ya demasiadas ofensas recibidas de estos mandatarios madrileños, olvidadizos, descuidados y poco respetuosos con un Club de Madrid con 107 años de historia y una afición multitudinaria y ejemplar, como para permitir que ocupen en el palco del Hamburgo dos plazas que, sin duda alguna, merece infinitamente más cualquier seguidor atlético de bien, y ya colegirán ustedes a qué me refiero, porque últimamente el palco del Calderón se está convirtiendo en un plató chusco y hortera "rosiblanco", plagado de vividores faranduleros y farsantes. Unos y otros son unos invasores consentidos por la indirigencia que, a su vez, usurpó ilegitimamente ese palco hace ya unas décadas.
Al Borbón prefiero no meterle en el saco, porque al menos éste es atletista de toda la vida, pero también me produce cierta irritación y no menos desazón cada vez que veo cómo le despliegan la alfombra roja en la Casa Real al cooperador necesario de un delito de apropiación indebida. Claro que la prescripción tiene estas cosas. Y la Monarquía...¿no prescribe nunca?, pero ése, es otro cantar.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)